viernes, 22 de abril de 2011

Sí... No... ¿Puede?


Descartes dijo que la única certeza era que existimos como sustancias pensantes. Pero con eso no vamos a ningún lado. Yo he dudado de muchas cosas, no sabía si lo que hacía estaba bien o mal, no sabía muchas cosas y dudaba si podría saberlas algún día. Por eso he creado una serie de pautas con cosas que creo saber y con las que puedo ir tirando, cosas que a mi parecer, merecen realmente la pena.


Sé, por ejemplo, que las lágrimas importan en el momento y que luego se secan cayendo en el recuerdo. Sé que las lágrimas ayudan a quitarte un peso de encima. Sé que llorar no tiene por qué ser malo ni bueno. Simplemente es explotar y dejar escapar los pensamientos en forma de lágrimas.

Sé que una canción importa de verdad cuando te pone los pelos de punta, cuando te recorre la sangre, cuando te hace sonreír, cuando la necesitas y cuando te ayuda.

Sé que la risa es la evasión directa de la realidad cercana. Es ver el mundo desde fuera y dar tal simplicidad a una cosa que no tengas más remedio que reírte. Sé que la risa importa cuando esta no te deja respirar o llega a dolerte.

Sé que la sonrisa es la mayor arma que puede tener una persona. Sé que se puede conseguir cualquier cosa con una sonrisa y también sé que, aunque parezca muy fácil, a muchas personas les cuesta sonreír.

Sé que los abrazos importan porque son el castillo más seguro para cualquiera. Sé que de ellos se puede vivir y por ellos se puede morir. Que un abrazo no soluciona nada, pero ayuda para solucionar las cosas.

Sé que las palabras importan cuando te dejan menos indiferente que los silencios. Cuando alguien es capaz de decirte algo que capte tu atención. Las palabras importan porque comunican, pero no expresan sentimientos, eso lo hace el modo de decirlas.

Sé que la vida importa porque es lo único que tenemos y de lo que realmente podemos estar orgullosos. Sé que la vida es diferente para cada uno e igual para todos. La vida es una hoja donde cada uno escribe lo que quiere y puede.

Y por último, soy consciente de algo más. Sé que nunca podría vivir una vida sin llorar de vez en cuando, sin reír cada día sin falta, sin una sonrisa (mía o de cualquier persona) que me ayude a dar otro paso, sin palabras con las que pueda decir lo que pienso, sin abrazos que atrapan mi cuerpo y protegen mi alma y sin una canción que me haga gritar.

Porque la vida es, al fin y al cabo, una canción compuesta por risas y llantos, capaz de explicarse con palabras, expresarse en un abrazo y transmitir con una sonrisa.



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