domingo, 10 de febrero de 2013

Imposible de titular...

Siglos hace que no hago acto de presencia en éste blog.

¿Sabéis esas cosas que se dicen de "Nah, ya lo hago la siguiente, que le toca a éste otro..." o "Ahh... con tanto tiempo, ¿qué más dará una semanita más...?"?

...Pues es básicamente eso.

Sinceras disculpas desde todos aquellos que nos siguen.

Muchos nos tendrán olvidados. No hemos sido más que un evento aparentemente pasajero, fugaz.
Tan pronto estábamos con interesantes desvaríos, tan pronto nos quedábamos sin hacer nada...

Que triste, ¿no?

Algún día tendríamos que reaparecer. Algún día deberíamos recuperar ese toque nuestro. Esa esencia hueca que básicamente conformaba éste blog.

Ya sabiendo cómo soy yo, Oryc; hace tiempo que me interesaba la idea de una colaboradora. Así fue como Blackbird entró en el grupo.
Y aun así, fíjense cómo hemos acabado.

Poco merece la pena ponerse a recordar historias pasadas. Logros que no supusieron éxitos. Tampoco fallos, pero no éxitos.

Merece más la pena, simplemente, escribir, sin necesidad de pensar. Pulsar ahora mismo las teclas sin saber siquiera cómo voy a acabar la frase que ahora mismo estoy empezando. No tiene sentido planificar algo que debe salir del alma.
Éstos desvaríos tienen su origen en lo más sencillo y fundamental de la mente del aburrido. Y es que si lo planease, si lo trabajase concienzudamente, no sería para nada lo mismo que escribía en mis principios.
Trataré de que éste sea un agradable regreso. Ha sido un día claro, brillante, bullicioso, lleno de cosas que cegaban la mente.
Pero una vez más, cae el suave y cómodo velo de la noche, en el que nos acurrucamos cuales cachorros y nos despejamos de todo ajetreo y trajín.
En sí, ésto es necesario. Si no desconectamos, no podemos vivir. Podemos respirar. Podemos trabajar. Podemos comer. Pero no podemos vivir. No podemos disfrutar de los grandes placeres, que residen sencillamente en esas cosas pequeñas que uno, cuando está ocupado, ni puede percatarse.

Vienen a mi mente recuerdos de cuando era un niño pequeño, y podía quedarme incontables momento, minutos, ¿tal vez horas? Simplemente mirando una pequeña hormiguita que estaba en mi mano, caminando y haciéndome cosquillas.

En aquel entonces, no tenía preocupaciones por nada. Nada que no fuese ese preciso instante importaba.
Ignorante de mí, fui aprendiendo. Y llenando mi cabeza de ideas que se estrellan con frenesí entre ellas.
Ignorante de mí, llené mi cabeza con mil cosas, y desordenándolas quedé con un caos en mi mente.

No me arrepiento de ello. Ese caos acabó haciéndome como soy. Ese caos que se asienta y ordena, y vuelve a dejar brillar una simple inocencia.
¿Vuelta a ser despreocupado? ¿Vuelta a ignorar las consecuencias de mis actos y errores?
No sé qué me deprime más. Si volver a ser un tonto que se dirige sin saberlo a un precipicio, o ser un tonto que va por un carril y no piensa siquiera en asomarse por el precipicio.


De una forma u otra, no soy capaz de maldecir ni odiar lo sucedido. Pues por mal que puedan ir las cosas, no tendría mis cosas buenas.
No estaría escribiendo ésto ahora si hubiese seguido aquel carril serio en el que por convención quise meterme de niño. No estaría disfrutando de la fría y maternal noche si valorase más mis actos.

Estoy bien como estoy. Podría estar mejor y podría estar peor. Siento que si entrase una hormiga en mi habitación, me la pondría en el reverso de la mano y disfrutaría mirándola.


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[Notas]
Espero que haya gustado algo éste desvarío, los demás tendrán temas más específicos, al menos para llevar una línea del asunto, como siempre ha sido. También se aproxima San Valentín. Espero que al que le parezca especial le espere un bonito día y que al que le parezca un día como cualquier otro (como a un humilde servidor) simplemente no se le llene todo de chorradas empalagosas. No sé a qué ritmo voy a publicar desde ahora. Tampoco avisé a Blackbird de nuestra reaparición.
Pueden seguir minidesvaríos y demás cosillas desde mi twitter @_Oryc_


Hasta otra ocasión, damas y caballeros.

domingo, 2 de septiembre de 2012

No hay Futuro


No hay FUTURO. No existe futuro.
No existe de momento.

El futuro es algo que no se puede conocer hasta que lo vivamos.
Lo que nos espera es fruto de lo que hagamos ahora.

Nuestro éxito, nuestras posibilidades…
Nuestros sueños están hechos  a partir del esfuerzo y el coraje con el que hemos estado actuando hasta ahora mismo.

El camino que elegimos puede ser uno fácil, estable y seguro, o puede ser un camino azaroso, arriesgado, y que parece hecho de aire; pero en cualquier caso es el camino que uno mismo ha elegido.
Hacer lo que está hecho por conveniencia, por el “qué dirán”, porque es lo que los demás dicen que deberías hacer, es un camino cobarde. Hay que saber levantarse y decir lo que queremos hacer con nuestras vidas.
Si tú mismo eliges arriesgarte, ¡arriésgate! Y si decides tomar el camino estable, ¡adelante!
Hacer lo que uno quiere no tiene que significar hacer locuras.
Las locuras del camino arriesgado golpearan a los que lo elegimos cada día.

Nos aporrearán, nos derribarán, pero aun así, aunque caigamos, debemos continuar con nuestro propio camino y marcar nuestro propio futuro, levantándonos con más fuerza; insistiendo en nuestras metas.
Aunque nuestros logros, nuestros sueños idílicos y utópicos se nos escapen cuando parecía que los teníamos al alcance de la mano, no debemos deprimirnos por ello.
Hay que seguirlos, hay que mantenerse constante. Hay que seguir trabajando con nuestro ahínco y empeño, con tal de lograr el futuro que nosotros mismos nos hemos consagrado. Hay que avanzar con nuestros propios recursos, mostrando lo que realmente sabemos hacer. No, lo que sabemos hacer no, lo que PODEMOS hacer, aunque no lo sepamos.

El futuro no está escrito, el destino no está predeterminado, y no existe fuerza sobrenatural ni todopoderosa que pueda hacer lo más mínimo por orientarlo a ninguna parte.
El futuro es lo que hacemos nosotros.

Si pierdo la motivación por conseguir mi meta, si creo que éste es el final, me paro y miro a mi alrededor, y luego miro dentro de mí.
Recuerdo el ánimo que tenía cuando empecé.
Recuerdo por qué tenía ese ánimo.
Recuerdo la raíz de mi entusiasmo.
Recuerdo todos los sueños que tenía sobre la meta, y ahora que he avanzado más en el camino, ¿voy a rendirme? ¿Voy a parar justo ahora, que estoy más cerca que ayer?
Me impulso con mi propia voluntad, me lanzo a lo que me depara la suerte, y lo juego todo a una gran apuesta para lograr mis metas.

Llegaremos a conseguir lo que nunca pensamos que podíamos hacer. Podremos escalar esas murallas inalcanzables. Podremos cruzar esos mares infinitos, y sobrevolar los cielos eternos.
Viviremos la aventura, superando nuestros propios límites una y otra y otra vez.

Aunque éste sea un camino traicionero de aire efímero, es el camino que he decidido.
Es el camino por el que voy a continuar.
Encendí la mecha de mi sueño, que se enciende y arde con vivacidad y entusiasmo, y alumbra las sombras que enturbian mi mente indecisa.



Y entonces, cuando haya cruzado esa muralla, cuando mis sueños sean algo real


Puedo ver el cielo azul de nuevo…

domingo, 26 de agosto de 2012

Unknown

  Correr, correr y correr hasta que te sangren los pies, hasta que no conozcas nada ni a nadie. Hasta que toda tu realidad  se reduzca a pedazos.

  Tenemos un estilo de vida. Nos despertamos a una hora más o menos exacta. Hacemos nuestra rutina como cada día. La misma gente, el mismo paisaje, las mismas calles y fachadas.

  Sigues con tu vida, como algo normal. Hasta que un día decides mirar en tu interior y preguntarte: ¿Es tu forma de ser la que dirige tu rutina? ¿o es la rutina quien marca las pautas de tu personalidad?

  A veces necesitamos cambiar de aires e ir a un sitio completamente  desconocido para recordar quienes somos. Si saberlo nos convertimos en esclavos del reloj y marionetas del calendario. Somos un número al que llamar cuando quieras, somos un nombre en una red social...

  Parece que vivamos en un gran hotel donde las llaves de nuestras vidas estén en recepción y no podamos cogerlas en el momento que queramos. Como si estuviésemos controlados cada vez que salimos en la rutina que nos hace creer que todo tiene un eje y una forma perfecta.

  Como aquél iluso que cree saber lo que va a pasar mañana sólo porque está en sus planes. Vivimos una falsa realidad en la que todo parece estar medido y dispuesto para nosotros. Tenemos una agenda que se convierte en nuestra biblia personal sin tener en cuenta que es la casualidad la que decide sobre el universo.

  Nuestra paciencia y nuestro entendimiento están en lo alto de una torre de naipes que mantiene una foca con su morro que a su vez hace equilibrio en una pelota situada en la trompa de un elefante que patina sobre un hielo que se derrite a cada segundo.

  Y seguimos mirando en el calendario, como si de una droga se tratase. En el momento en el que se mueve algo fuera del límite impuesto por nosotros mismos, aparece un caos que vuelca nuestro corazón y congela nuestra mente.

  No estamos preparados para lo impredecible. Vivimos en nuestra habitación de hotel y no sabríamos que hacer si nos diesen la llave al salir. La razón por la que existe la rutina es porque la usamos como linterna, como chaleco salvavidas, algo para agarrarse, algo que nos mantiene cuerdos en este mundo de continuo cambio.

  Si fuésemos capaces de coger la llave y salir corriendo, si fuésemos capaces de reconocernos sin necesidad de un espejo, capaces de definirnos sin pedir opinión, capaces de mantener nuestra cabeza en un estado permanente aún cuando todo a tu alrededor ha cambiado... entonces ahí, ahí sabríamos que es nuestra personalidad la que dirige nuestra rutina, pues puede prescindir de ella.


                               

Porque el hielo se rompe con más frecuencia de lo que pensamos.


martes, 14 de agosto de 2012

Valores y precios

Mucho que se habla de economía y demás chanchullos últimamente, pero pocas han sido las veces que el título de uno de mis posts ha hablado de eso mismo literalmente.

Además, quiero disculparme por mi retraso. Simplemente, no tenía palabras con las que rellenar una publicación.

El dinero, motor del mundo, que lo lleva todo, con lo que puedes conseguir todo lo material...
Es lo más utilizado en el mundo entero. El dinero es un equivalente a no tener que esforzarse por hacer algo en concreto. Sólo que para conseguirlo tienes que esforzarte, pero en otra cosa, así que no es más que una materialización del esfuerzo, una materialización del tiempo empleado y del trabajo que hemos hecho, para intercambiarlo por más trabajo con aquellos que, por trabajar en lo que prefieren trabajar, tienen mucho de algo que nosotros queremos, a cambio de poder tener lo que no podemos conseguir trabajando, pero en lo que hemos invertido el tiempo necesario.

Pero hay cosas en las que puedes invertir tiempo, y no te dará dinero alguno.
Cosas que, por no darte dinero, no te darán ni una sola cosa que no sea expresamente esa cosa.

¿Merece la pena hacer algo que no es tu labor principal, y que no puedes utilizar para conseguir otra cosa para lo que sí que tienes que hacer ese trabajo que, aún siendo lo que haces en la vida, muchas veces ni te gusta?
Pues mira, casi que a mí sí me sale rentable.

Poniendo un sistema de valor, no un sistema monetario, hay cosas que no valen ni una miseria, y otras que valen más de trescientos mil.
Los recuerdos tienen un valor que no puede compararse con el de cualquier otra cosa que con el dinero se puedan pagar.

¿O quizás no? Hay malas épocas, malas etapas, y hay gente que hasta pagaría por deshacerse de esos recuerdos.
Pero es lo que hemos trabajado, lo que hemos ganado, y lo que nos toca.

¿Y qué más da si hay cosas que valen poco? Hay momentos que valen infinitamente más.

"Los recuerdos que me has dado valen Ciento diez millones~" dice alguna canción de por allí.
Hay momentos que pagarías todo lo que tuvieses para que fuesen eternos. Yo, por lo menos, no me arrepentiría.
No me arrepentiría en absoluto de dar mi dinero, fruto de mi trabajo para conseguir más cosas, para alargar hasta el infinito momentos únicos, o rememorar una y otra vez experiencias que no pueden compararse.

Escuchar tu canción favorita una y otra vez sentado en un sillón, dejando que las notas entren en lo más profundo de tu cuerpo.
Sentirte a gusto contigo mismo y con lo que eres, y regodearte de estar feliz. El valor de estar feliz con uno mismo es algo sumamente superior a cualquier trabajo.

Hay cosas que tienen mucho valor, y hay cosas que valen muy pocos.
Pero aquellas cosas que no pueden volver a comprarse con el mundano dinero son cosas que nunca jamás de los jamases podrían ser reemplazadas.

Así que, ¿qué puedo decir?
A mí me sale rentable gastar mi trabajo en aquello que puedo conseguir únicamente así y que me merece la pena. Que cada uno tenga más bien claras las cosas que tienen un precio que merece la pena pagar en esfuerzo, no en dinero.
Que cada uno aprecie mejor el valor de las cosas que no tienen valor monetario.

viernes, 3 de agosto de 2012

Eterno acompañante

  Equivocado está el que se cree invencible por carecer de miedo. Sin miedo alguno atacas con ojos ciegos y no tienes defensa alguna. Cuando no tienes nada que perder no te molestas en defenderte, apenas si descuidas en protegerte. Pelas a tientas y sin fuerza alguna.

  En este mundo hay una serie de cosas que debes temer, que debes respetar. Sólo conociendo tu miedo y conociéndolo puedes seguir adelante. Parece fácil decir que olvides tus miedos. Yo no me refiero a ese miedo de mancharte el vestido o ese miedo a que tu pareja te deje.

  Me estoy refiriendo a esos miedos que nacen desde dentro, los que te acompañan, los que forman parte de ti. Aquellos miedos que no tienen su base en ninguna forma física, que no dependen de nadie sino de ti mismo. Se instauran en tu mente y a ratos se acobijan en tu pecho. Deciden que debes respirar más rápido y comenzar a sudar.

  Todos tenemos miedos, no es ningún defecto, no es ninguna cualidad. Puede ser usado en tu contra o puede ser tu mejor escudo. Negarse el miedo es como negarse el hambre, negarse el sueño; no se puede.

  No me enorgullezco de mis miedos, pero no voy a negar nunca su existencia. Reprimirlos y repetir que no los tienes solo hacen que tu espíritu se vuelva diminuto. ¿Hasta dónde estaría una persona dispuesta a llegar para demostrar que carece de miedo? todo por intentar sacar a la luz su supuesta valentía. 

  Valiente no es aquel que no dispone de miedo, sino el que lo transporta consigo, el que lo conoce y, a pesar de todo, da un paso al frente. Pero lleva armadura tallada por el miedo a que le dañen el cuerpo. Mantiene un cauteloso paso controlado por el miedo a caer una trampa. Lucha concienciado de que el mínimo fallo puede acabar con todo. Valor y miedo no son contrarios.

  Acaso el trapecista que anda en la cuerda ¿no llevaría más cuidado en su paso si no hubiese una red bajo sus pies? Solo consiste en controlar el miedo y concentrarte, poner el empeño necesario a cada acción en tu vida y respirar hondo. Que el miedo no encoja tu espíritu, que ocupe una pequeña parte de él. Que el valiente tiene miedo, tiene algo por lo que luchar, tiene algo que perder, por eso aprecia mucho más que nadie aquello que tiene por ganar. Cuando arriesgas o sacrificas algo preciado aprendes a respetar el riesgo, sabes lo que representa.

                                 

  Mira al miedo a la cara, llámalo por su nombre y deja que te acompañe. Pero nunca le permitas ser tu guía.

viernes, 20 de julio de 2012

Pausa

. . . . .
Lectores, hace una semana que estoy disfrutando de la playa. Mi primera impresión cuando llegué, fue que el tiempo dejó de correr. Que Cronos decidió darle un descanso a las manecillas del reloj.

Ahora mismo, en simples vacaciones, es imposible evitar ese deseo de disfrutar de la pausa.

Esa sensación de que nada pasa, de que todo se ha detenido, de que el tiempo no avanza ni se queda atrás.

Simplemente, nada se mueve.

Simplemente, nada nos irrita.

Simplemente nada nos preocupa.

Haberlas, hay razones para preocuparse o comerse la cabeza, imagino.
No obstante, ahora mismo, todo está parado.

Ahora mismo, la única urgencia es no hacer nada. Estando desconectado del tiempo, con el mundo parado, se aprecia todo mejor.

Y es que parar la película puede ayudarte a entenderla mucho mejor. O simplemente para descansar y disfrutarla más.
Entiendo que en ésta época de estrés continuo, son pocos los que sacan un momento para parar.
Si no paras, te reventará la cabeza.
Así de simple.

Hay que tomarse un buen descanso de vez en cuando. No estoy hablando de un descanso de echarse la siesta. No estoy hablando de un descanso de hacer algo que te guste como leer o jugar a la videoconsola.

Estoy hablando de un descanso tremendamente absoluto. En el que sencillamente te tumbes en la cama, y tu mente esté tan despejada, tan tranquila...

Cuando vuestra casa esté tranquila, silenciosa...

Cuando sólo se escuchen un par de pájaros ahí fuera, o la brisa del aire, o el repiqueo de las gotas de lluvia sobre el asfalto; cuando todo en vuestro hogar esté apagado, la gente descansando o durmiendo, aprovechad el momento.
El mundo está parado.
Bájate por un momento y no hagas nada...





Nada de nada...

lunes, 16 de julio de 2012

Reencuentro

 Ha pasado demasiado tiempo sin dar señales de vida. No tengo tantas escusas que expliquen mi ausencia ni ganas para intentarlo. Me fui, no físicamente, físicamente he estado malgastando el tiempo en frente del ordenador. Podría haber escrito, pero no merece la pena intentar unir palabras inconexas y vacías de sentido. Y es que no hay nada más extraño que el mundo de las palabras.

 Algunas te acompañan en tu vida, siempre a la sombra y sin hacer el menor ruido. Otras aparecen de la nada, salen de donde sea y se instalan en tu memoria del modo más doloroso que existe. Hay palabras que te taladran, salen desgarrando tu garganta, cuando crecen demasiado para guardarlas en tu interior.

  Hay quien dice que las palabras son el arma más peligrosa: más afiladas que un cuchillo y hacen más daño en el corazón que cualquier otra. Y sin embargo que ironía, las palabras el viento se las lleva. Solo dejan tras de sí una estela apenas visible, pero profunda en cada alma.

  Se puede decir que las palabras son como la vida de cada uno. Hay vidas que pasan fugaces, otras vidas que apenas parecen haber existido, que nadie recuerda. Hay vidas intensas, capaces que hacer un recuerdo perpetuo y eterno. Hay vidas que caen en la miseria, vidas que se van, que ya no tienen sentido.

  Al igual que esas palabras, que van y vienen, las que decimos por educación. Aquellas palabras que simplemente usamos para unir otras. Sabemos diferenciarlas, las clasificamos, las escribimos, las decimos, las archivamos, las guardamos como si se tratase de una bala en la recámara.

  Palabras con significados distintos para cada persona, capaces de poner la piel de gallina, de desatar lágrimas y corromper almas. Palabras incapaces de hacer cambiar de opinión; palabras de defensa, palabras de ataque.

  ¿Qué sería el ser humano sin palabras?, sin preciados versos, sin palabras que acompañen nuestros besos; palabras entre amantes y palabras de odio. Comprender a una persona y que las palabras vuelen entre ambas mentes sin necesidad de escucharse.

  A veces necesitamos recordar la riqueza del lenguaje y de sus múltiples formas, el lenguaje es el acompañante del pensamiento, no puedes pensar nada que no puedas nombrar o definir. Nunca escatimes en palabras, salva todas esas palabras que se pierden en lo infinito por culpa de las genéricas que las reemplazan.

  Y así de intensa tienes que recordar tu vida, salvando aquellos momentos que te hacen ser quien eres, no escatimes en recuerdos ni en momentos vividos, no reemplaces nuevas experiencias por la tranquilidad de estar sentado sano y salvo.

  No tengas miedo de ser distintas palabras, sé de esas que enlazan, que definen, que hipnotizan, que enamorar, que te atrapan. Sé de esas palabras que te emocionan y que te ayudan, que explican y que narran. Sé todas las palabras que puedas ser, cada una a su tiempo y situación. Finalmente serás una frase, un párrafo, una historia. Asegúrate de usar las palabras adecuadas y darle un buen final.


molino_de_viento.jpg (1680×1050)


"Que las palabras se las lleva el viento, y las vidas, el tiempo"