viernes, 3 de agosto de 2012

Eterno acompañante

  Equivocado está el que se cree invencible por carecer de miedo. Sin miedo alguno atacas con ojos ciegos y no tienes defensa alguna. Cuando no tienes nada que perder no te molestas en defenderte, apenas si descuidas en protegerte. Pelas a tientas y sin fuerza alguna.

  En este mundo hay una serie de cosas que debes temer, que debes respetar. Sólo conociendo tu miedo y conociéndolo puedes seguir adelante. Parece fácil decir que olvides tus miedos. Yo no me refiero a ese miedo de mancharte el vestido o ese miedo a que tu pareja te deje.

  Me estoy refiriendo a esos miedos que nacen desde dentro, los que te acompañan, los que forman parte de ti. Aquellos miedos que no tienen su base en ninguna forma física, que no dependen de nadie sino de ti mismo. Se instauran en tu mente y a ratos se acobijan en tu pecho. Deciden que debes respirar más rápido y comenzar a sudar.

  Todos tenemos miedos, no es ningún defecto, no es ninguna cualidad. Puede ser usado en tu contra o puede ser tu mejor escudo. Negarse el miedo es como negarse el hambre, negarse el sueño; no se puede.

  No me enorgullezco de mis miedos, pero no voy a negar nunca su existencia. Reprimirlos y repetir que no los tienes solo hacen que tu espíritu se vuelva diminuto. ¿Hasta dónde estaría una persona dispuesta a llegar para demostrar que carece de miedo? todo por intentar sacar a la luz su supuesta valentía. 

  Valiente no es aquel que no dispone de miedo, sino el que lo transporta consigo, el que lo conoce y, a pesar de todo, da un paso al frente. Pero lleva armadura tallada por el miedo a que le dañen el cuerpo. Mantiene un cauteloso paso controlado por el miedo a caer una trampa. Lucha concienciado de que el mínimo fallo puede acabar con todo. Valor y miedo no son contrarios.

  Acaso el trapecista que anda en la cuerda ¿no llevaría más cuidado en su paso si no hubiese una red bajo sus pies? Solo consiste en controlar el miedo y concentrarte, poner el empeño necesario a cada acción en tu vida y respirar hondo. Que el miedo no encoja tu espíritu, que ocupe una pequeña parte de él. Que el valiente tiene miedo, tiene algo por lo que luchar, tiene algo que perder, por eso aprecia mucho más que nadie aquello que tiene por ganar. Cuando arriesgas o sacrificas algo preciado aprendes a respetar el riesgo, sabes lo que representa.

                                 

  Mira al miedo a la cara, llámalo por su nombre y deja que te acompañe. Pero nunca le permitas ser tu guía.

2 comentarios:

  1. Excelente publicación.Cierta en todos los sentidos ,se debería tener en cuenta por la vida.
    Me ha gustado muchísimo! :)

    ResponderEliminar
  2. Gracias Maia, me alegra que te guste :)

    ResponderEliminar