domingo, 2 de septiembre de 2012

No hay Futuro


No hay FUTURO. No existe futuro.
No existe de momento.

El futuro es algo que no se puede conocer hasta que lo vivamos.
Lo que nos espera es fruto de lo que hagamos ahora.

Nuestro éxito, nuestras posibilidades…
Nuestros sueños están hechos  a partir del esfuerzo y el coraje con el que hemos estado actuando hasta ahora mismo.

El camino que elegimos puede ser uno fácil, estable y seguro, o puede ser un camino azaroso, arriesgado, y que parece hecho de aire; pero en cualquier caso es el camino que uno mismo ha elegido.
Hacer lo que está hecho por conveniencia, por el “qué dirán”, porque es lo que los demás dicen que deberías hacer, es un camino cobarde. Hay que saber levantarse y decir lo que queremos hacer con nuestras vidas.
Si tú mismo eliges arriesgarte, ¡arriésgate! Y si decides tomar el camino estable, ¡adelante!
Hacer lo que uno quiere no tiene que significar hacer locuras.
Las locuras del camino arriesgado golpearan a los que lo elegimos cada día.

Nos aporrearán, nos derribarán, pero aun así, aunque caigamos, debemos continuar con nuestro propio camino y marcar nuestro propio futuro, levantándonos con más fuerza; insistiendo en nuestras metas.
Aunque nuestros logros, nuestros sueños idílicos y utópicos se nos escapen cuando parecía que los teníamos al alcance de la mano, no debemos deprimirnos por ello.
Hay que seguirlos, hay que mantenerse constante. Hay que seguir trabajando con nuestro ahínco y empeño, con tal de lograr el futuro que nosotros mismos nos hemos consagrado. Hay que avanzar con nuestros propios recursos, mostrando lo que realmente sabemos hacer. No, lo que sabemos hacer no, lo que PODEMOS hacer, aunque no lo sepamos.

El futuro no está escrito, el destino no está predeterminado, y no existe fuerza sobrenatural ni todopoderosa que pueda hacer lo más mínimo por orientarlo a ninguna parte.
El futuro es lo que hacemos nosotros.

Si pierdo la motivación por conseguir mi meta, si creo que éste es el final, me paro y miro a mi alrededor, y luego miro dentro de mí.
Recuerdo el ánimo que tenía cuando empecé.
Recuerdo por qué tenía ese ánimo.
Recuerdo la raíz de mi entusiasmo.
Recuerdo todos los sueños que tenía sobre la meta, y ahora que he avanzado más en el camino, ¿voy a rendirme? ¿Voy a parar justo ahora, que estoy más cerca que ayer?
Me impulso con mi propia voluntad, me lanzo a lo que me depara la suerte, y lo juego todo a una gran apuesta para lograr mis metas.

Llegaremos a conseguir lo que nunca pensamos que podíamos hacer. Podremos escalar esas murallas inalcanzables. Podremos cruzar esos mares infinitos, y sobrevolar los cielos eternos.
Viviremos la aventura, superando nuestros propios límites una y otra y otra vez.

Aunque éste sea un camino traicionero de aire efímero, es el camino que he decidido.
Es el camino por el que voy a continuar.
Encendí la mecha de mi sueño, que se enciende y arde con vivacidad y entusiasmo, y alumbra las sombras que enturbian mi mente indecisa.



Y entonces, cuando haya cruzado esa muralla, cuando mis sueños sean algo real


Puedo ver el cielo azul de nuevo…