viernes, 2 de diciembre de 2011

Perdido

Un triste desvarío que no quiere salir.
¿Por qué no?
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Ya se ha perdido otra vez, y se ha quedado sin migas de pan que dejar.
Quiero encontala, la sigo, pero el maldito eco en el camino claro no hace sino confundirme. ¿Dónde puedo empezar a razonar? ¿Dónde he dejado la cabeza?
¿Cuál es mi punto de partida para comenzar?

Tengo la sensación de haberme perdido en un bucle, de haber caído en un laberinto cíclico sin salida y sin auténtico camino. La derecha me lleva a la izquieda. La izquierda me lleva al centro. Atrás me lleva abajo. Tengo la sensación de que dar un solo paso sólo hará que me pierda más...

Lo que antes me centraba ahora me descoloca.
Lo que antes me hacía desvariar ahora me deja la mente en blanco.
Fija y concentrada... en un inútil blanco.

¿Qué demonios sucede? La base de mi locura nace en mi cordura torcida y enredada, que razona y poner un orden, aunque nimio, a mis ideas; para que no queden como vulgares paranoyas.
Mi locura es una locura racional imposible de razonar.
Sin mi propio sentido común, no sé ni qué es una locura y qué no. No sé nisiquiera en qué momento ésto se hizo desvarío y no una boba reflexión anotada en mi libreta en clase de biología. ¿O son todos estos desvaríos reflexiones y lo que yo llamaba reflexiones son desvaríos?
Estoy harto, mientras escribo ésto, he razonado cosas inrazonables y sin interés alguno para mí.
¿Dónde se me ha perdido la cabeza, en serio?

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Ya la encontré. Estaba tomando el té y un pastel de uvas. Me invitó a una taza, y acepté. Estaba todo delicioso. Por lo visto mi cabeza quiere tomarse un tiempo libre mientras no satisfaga a la parte loca. Maldita parte loca que se supone que soy yo ahora y no está satisfecha ni con otro trozo del pastel..